El parque rebosaba de vida aquella tarde de primavera, los niños jugaban felices cerca del lago y dispersos grupos de ancianos se entretenían y charlaba a la vez que jugaban al domino.
La vio, no dudo un segundo, melena morena mas allá del hombro, vaqueros un poco usados, camisa de cuadros y unas botas altas; a pesar de que ella estuviera de espaldas mirando al lago, estaba seguro de que era ella.
Se acerco sigilosamente, procurando hacer el mínimo ruido y le tapo los ojos.
-¿¡Quien soy!?-dijo con tono alegre.
-Umm... déjame pensar, el chico al cual espero y el que siempre llega tarde, pero al que quiero y al cual merece la pena esperar.
Retiro las manos de sus ojos y dijo.
-Te as acercado si, pero podrías haber sido mas exacta.
-Mas exacta, no encontraría la palabra exacta para describirte, necesitaría cientos de ellas para hacerlo y una vida entera para nombrarlas.
-Yo la se.
-Así, haber, ¿cual?
-El chico de tus sueños, el chico al que tú ves perfecto.
-Jaja, oh que modesto ¿No?, aunque llevas toda la razón.
El la besó sin pensarselo dos veces -Te quiero.
Una luz cegadora le apareció de repente y todo lo de su alrededor desapareció. Poco a poco empezó a abrir los ojos y a volver a ser consciente de todo su alrededor, evidentemente estaba en lo cierto, era todo un sueño, pero un sueño tan real, mas bien era una especie deja vu, estaba seguro de que todo aquello lo había vivido.
Un débil llanto le hizo desperezarse al instante y ser ya consciente de todo.
Al girarse en la cama ve levantarse a aquella mujer de pelo castaño de su sueño agachada hacia una cuna a apenas unos pasos de la cama.
-Oh buenos días pequeñaja, veo que no nos vas a dejar dormir mas por lo que veo.
Cogio con cuidado a la pequeña, la cual no paro de llorar hasta estar cerca del pecho de su madre, se levanto y se puso a acunarla en sus brazos, danzando por la habitación.
Ella no era conciente de que el la observaba con total dulzura como paseaba con ella, seguía igual de guapa que hace unos años y le maternidad le favorecía mucho, había algo diferente en su rostros. Eran evidentes las marcas del cansancio de las largas noches en vela pero más notable era su felicidad en aquel momento.
-Mira ya hemos despertados a papá es que no pueden dejarnos solas, buenos días- dijo con una ancha sonrisa en el rostro, sentándose a los pies de la cama.
-Buenos días -dijo el acercándose a los pies de la cama.
-Que, ¿As dormido bien?
-Pues si la verdad que si, tu ve un sueño precioso.
-¿Así? cuéntanos, estamos deseando oírte.
-Pues soñé con la tarde que pasamos en el lago, cuando empezamos a salir juntos.
-Oh, sabes, en esos tiempo tu padre estaba de un tierno, me decía unas cosas, pero llegaste tu y te llevaste toda la ternura que teníamos.
-No te creas lo que te dice- dijo entre risas.
-Bueno sigue siendo igual de tierno, pero lo reparte entre las dos.
Se quedo embelesado en su mirada, las observaba a las dos de nuevo y se dio cuenta de que en aquel preciso instante tenia lo mas bonito que le podían haber regalado en la vida y la suerte de saber de que no era ni mucho menos un sueño, aunque lo pareciera.
